martes, noviembre 30, 2010

Frío en Madrid



A tres grados, subida a la azotea del Circulo de Bellas Artes contemplo la noche sin estrellas de Madrid. El frío helador me enfría las piernas, la nariz y las manos, pero aun así no puedo apartar la mirada del hipnótico paisaje. Miles de coches suben y bajan por la Calle Alcalá y sus atascos producen un cúmulo de luces amarillas y rojas.

Miles de minúsculas historias pasean por la acera, ajenos a mi mirada curiosa desde arriba. Cuantas personas te contemplan cada día, cuantos pensamientos, cuantas preocupaciones, cuantas alegrias, cuantas penas, cuantos amigos, cuantos enemigos, cuantos amantes, cuantos niños... solo hormigas vistos desde la azotea.

Y entonces, una voz de saca de mi ensimismamiento, el espectáculo va a comenzar...

miércoles, noviembre 24, 2010

Fruta en el museo. Archimboldo.


Cuando eres capaz de sentarte delante de un cuadro en un museo y mirar hasta prácticamente partir en pedacitos ese cuadro, creo que verdaderamente te has cargado el arte. No en sentido literal, sino en sentido figurado, porque el arte no es observar durante horas hasta perder el conocimiento o partir el cuadro en mil piezas que no sirven para nada, sino saber mirar más allá de las formas de lo bello, más allá de las formas que ese cuadro te evoca y de lo que está pintado, para luego ser capaz de visualizarlo en tu mente y tranquilamente, trocearlo saboreando pieza a pieza. En un museo es imposible, la gente pasa a veces gritando y la luz no es demasiado buena, eso si aprecias tu vista. En un museo disfruta de la pincelada y de ver el cuerpo, luego en la tranquilidad de tu cuarto, saborea el cuadro que ese artista dejó para la posteridad.
Un cuadro es la pieza de fruta que más veces se come, y a veces el arte, realmente se vuelve fruta.

lunes, noviembre 15, 2010

No sé si es real, pero está sucediendo ya.

miércoles, noviembre 10, 2010


"He llegado a un punto de recuperación económica, por tanto, recupero mi vida social anterior. Mamá, he vuelto"


Conversaciones intempestivas con Diego.





Foto: vistas de un atardecer otoñal del último día que vi a Diego.

Reflexiones del pasado y presente de la Señorita Queta

Revisando libretitas, me he encontrado con esto firmado un uno de enero de dos mil diez.
¡Cómo han cambiado las cosas por aquñi y sin moverme del sitio!


1 de enero de 2010

Hay algo que me guste más que el chocolate,
y es levantarme por la mañana con una sonrisa,
y ver que tengo un mensaje suyo.

Es bonito mirar las cosas de pasado y ver que todo fue un estrepitoso y precipitado engaño.
Pero conseguí volver a sonreír. Conseguí volver a ver las cosas de otra manera y color.
Han cambiado cosas pero, ¿y qué? ¿Todos cambiamos no?
Unos más y otros menos, pero al fin y al cabo del cambio surge la evolución.

Cosas que no comprenderé jamás, pero hoy lo veo desde otra perspectiva. Enganchón.

El pasado ahí queda, sólo (si la RAE me permite escribirlo con tilde) podemos reír cuando recordemos algo. Eso es lo bonito de tener mis recuerdos guadados en agenditas. Los guardo ahí porque a veces se me olvidan detalles, que luego quiero recordar y no puedo. Una ayuda bastante práctica. Descubrir todos los detalles y recuerdos que guardan mis agenditas, sonreír, no queda otra. Ver cómo hemos cambiado en menos de un año.

:)

lunes, noviembre 08, 2010

La batalla entre fe y razón

En España es donde se libra la batalla decisiva entre fe y razón. Lo ha dicho el Papa, y hay que tomar en serio sus palabras aunque después las haya intentado matizar el portavoz vaticano. Benedicto XVI considera que en España existe hoy un laicismo “agresivo” entroncado con el anticlericalismo de la II República, y está decidido a combatirlo mediante la “reevangelización”.

Anticlericalismo existió en la República, y seguramente también existe hoy. Lo que el Papa debería preguntarse es si dicho sentimiento no tendrá algo que ver con el papel represivo que desempeñó la Iglesia en la historia española. Pero no se aprecia la menor reflexión en ese sentido, ni, mucho menos un asomo de autocrítica. En vez de pedir perdón por la complicidad de la Iglesia con la brutal dictadura franquista, por ejemplo, el Vaticano, en una clara exhibición de militancia ideológica, se ha dedicado a sus “mártires” de la Guerra Civil.

Ahora bien: una cosa es un anticlericalismo y otra, muy distinta, el laicismo, por más que el Papa mezcle malintencionadamente ambos términos, al igual que intenta establecer nexos entre la España actual y la trágica República. Lo que hoy hace falta en España es, justamente, lo que Benedicto XVI denuncia como si existiera: un laicismo beligerante, al menos la mitad de agresivo que el propio pontífice, que consiga la separación efectiva entre Estado e Iglesia. Esto lo desea cualquier ciudadano con un sentido moderno de la sociedad, incluidos, por cierto, muchísimos católicos. Pero el Gobierno de Zapatero, después de impulsar las iniciativas de indudable importancia como el matrimonio homosexual o la Ley del Aborto, ha optado por no irritar más a la Iglesia y ha dejado de lado su compromiso por el laicismo.

La II República dio el paso en 1931. Podrá discutirse si el artículo de la Constitución que consagraba el laicismo era acertado en todos sus extremos, pero ello no resta un ápice de validez a la decisión política. En su defensa del texto ante las Cortes, Azaña advirtió sobre el poder de la Iglesia: “Vamos a realizar una operación quirúrgica sobre un enfermo que no está anestesiado y que en los debates propios de su dolor puede complicar la operación y hacerla mortal; no sé para quién, pero mortal para alguien”. Lo preocupante en que, 80 años después y con una democracia más asentada, aquel efímero Estado laico aparezca como una experiencia irrepetible.